Salvo contadas y honrosas excepciones, los creadores de rol solemos conformarnos con nuestro exiguo mercado interno para vender nuestros productos.
Las redes sociales hacen que un producto recién lanzado, o a punto de lanzarse, sea un éxito la mayor parte de las veces.
Tiradas se 300, 500, 1.000 o 3.000 ejemplares son vendidas de antemano con mecenazgos, lo que garantiza su salida y evita pérdidas a los editores.
Nunca digas de este agua no beberé, pero aun valorando mucho las oportunidades que ofrece el crowdfunding, creo que en cierta forma nos autolimitamos con esta opción.
Nos circunscribimos a un mercado conocido, nuestra zona de confort (soy el primero que lo ha hecho cuando he autopublicado algo) y nos olvidamos del resto de mercados potenciales, nacionales o internacionales.
Y eso por un lado está bien, pues promueve la diversidad y garantiza una seguridad mínima necesaria para que salgan algunas iniciativas, pero por otro impide el crecimiento de líneas de gran calidad que son, o serían si saliesen fuera, capaces de competir de tú a tú con los grandes del sector.
No quiero desde aquí hacer un llamamiento a nada, cada uno sabe cómo quiere o debe llevar su libro o su editorial, pero sí abrir un poco el debate sobre si tal vez es necesario ampliar un poco las miras editoriales y pensar en sacar cosas ahí fuera.
A fin de cuentas, los productos creados aquí nada tienen que envidiar a los de fuera, siendo, en muchos casos, muy superiores a ellos.