Isholiur, La Condenación de las Razas, el tres veces maldito artefacto cuya aparición precede a la extinción, la guerra y la muerte.
Los orbes de los dragones son uno de los artefactos más terribles creados en cualquier parte del multiverso. Su poder empequeñece los hechizos que la mayoría de los magos lograrán algún día dominar, ejércitos enteros son movilizados cuando el rumor sobre uno de ellos aparece, y hombres y bestias tiemblan cuando cae en manos de algún archimago, sea benigno o maligno.
Se dice que los orbes son sólo una idea inspirada los Isholiur, una sombra del auténtico poder que se almacena en esta reliquia.
Con la forma de un resplandeciente orbe de gran tamaño, la reliquia posee innumerables poderes.
El mayor de ellos, sin lugar a dudas, es su control sobre todas las razas existentes.
Su poder entronca con le mismo acto de creación de cada raza y lo tergiversa para que el controlador del Orbe se convierta en dueño y señor de la raza, por encima incluso de los dioses que los crearon.
No sólo eso, sino que el portador consigue las habilidades y poderes propios de la raza o razas que controla.
Porque Isholiur puede controlar tantas razas como la voluntad de su creador le permita.
Un requisito para ello es, obviamente, que la voluntad del portador sea superior a la del Orbe, algo extremadamente difícil cuando hablamos de una entidad, por llamarlo de alguna forma, que lleva viviendo más tiempo que muchos universos.
El otro requisito es lo que se llama un totem.
Para dominar una raza, Isholiur necesita dominar previamente un objeto o artefacto trascendental para la raza. Esto puede ser la piedra de la creación, la rama del árbol hogar de sus antepasados, la sangre de la sacerdotisa suprema, sus libros sagrados.
Grandes búsquedas esperan a quienes traten de encontrar estos totem, o impedir que sus enemigos se hagan con ellos.
La desolación y la muerte acompañan la aparición de Isholiur, la Condenación de las Razas, del que se dice, que ha extinguido más civilizaciones que el paso de los siglos.
Ideas
Isholiur ofrece múltiples ideas para aventuras de muchos juegos. Desde juegos de fantasía en la que la vida de los elfos está en peligro al aparecer el Orbe bajo las manos de sus enemigos, hasta campañas superheroicas en las que los personajes deben impedir la conquista del universo por parte de algún supervillano (¿Os imagináis a Thanos con un aparatito así?)
Sea como sea, Isholiur debería ser más parte del trasfondo de la partida que un objeto real al alcance de la mano de los jugadores (aunque a quien queremos engañar, en cuanto oigan hablar de él van a querer salir de «compras»). Úsalo para enfrentarles a enemigos que no se esperarían (kenders o gnomos dominados por él que tratan de impedir que los personajes interfieran en los planes de su portador, dragones malvados convertidos en buenos, o benignos transformados en bestias destructivas), para inspirar búsquedas o misiones de intercepción de los emisarios del portador del Orbe.
Toda una campaña puede girar en torno a este artefacto, llevando a los personajes desde su aldea natal, reuniéndolos con extraños aliados (otros personajes) y haciéndolos madurar hasta verse inmersos en guerras a gran escala y campañas políticas y militares.