Midian, Estigia, Metrópolis, Carcosa, Shambala, Agartha, Elelín, Atlántida, Lemuria, R’lyeh, las míticas ciudades oscuras de la Muerte, el Olvido, la Peste, la Oscuridad, el Cambio Errante, la Locura, el Mal…leyendas que han acompañado al Hombre antes de convertirse en Hombre.
Grabados a fuego y ceniza en las cavernas de antes del tiempo, sus nombres han sido susurrados a lo largo de los tiempos por los dueños de la tierra, los hombres, y lo que había antes de los hombres. Ahora, son meras pesadillas, incorporadas al acervo popular como historias de miedo, leyendas oscuras y mitos olvidados.
Vivimos en nuestras propias ciudades, ciudades de luz, brillantes día y noche, llenas de ruido, gente, creaciones y luminosidad brillante. Si mirases la luz con mis ojos, los ojos que nacen cuando uno entra en SubProfundia, que sólo pueden conseguirse cuando abandonas la luz y te sumerges en la Oscuridad, la Locura y la Muerte, no verías ni luz, ni sonidos, ni creación, sino decadencia, gemidos y podredumbre.
No le deseo ese viaje a nadie, pero si estuvieses dispuesto a abandonar la luz y a conocer la verdad, verías lo pequeño que es ese mundo de fantasía que los hombres nos hemos montado.
Verás, en cada ciudad, en cada pueblo, el ser humano a excavado, escarbado más bien, huyendo de la luz. Sótanos, túneles, garajes, vías subterráneas, alcantarillas, bunkeres, hasta las primeras cuevas…¿por qué crees que es?
Sienten que sus vidas sólo son una ilusión, un que su paso por el mundo es como sus huellas, poco profundas y tan livianas como sus vidas, algo que un simple viento puede borrar. Lo intentan, lo intentan, sin saberlo, lo intentan, pero apenas logran escarbar lo suficientemente profundo como para soñar la verdad, porque en su interior saben que esa verdad destruiría su mundo, y a ellos.
Si quieres conocer la verdad debes ir más allá de esas meras construcciones humanas, o mejor dicho, más abajo de las construcciones de los hombres.
Debajo de cada ciudad y pueblo existe algo, llámalo ciudad subterránea, llámalo concepto de la oscuridad, llámalo el otro mundo, o el mundo de antes del mundo, quienes sabemos lo que es y en qué consiste, lo llamamos, SubProfundia, La Puerta y la Llave.
Antes del hombre, antes de las criaturas que vivían en el hielo, antes de los reptiles terribles, y antes de lo que había antes de los lagartos terribles SubProfundia ya estaba ahí.
Debajo del mundo, de cada ciudad, de cada pueblo, de cada villa, se extiende una red de oscuros pasadizos, sótanos y túneles. Algunos son construcciones humanas, otros, de otras criaturas. La mayoría incomunicados con la luz, pero algunos, alguno sí tienen conexiones con la superficie, a través de trampillas en sótanos olvidados, de oquedades semiderruídas en túneles de metro en desuso, pasadizos en cavernas debajo de otras cavernas inundadas, o de tumbas bajo losas de mármol verduzco. Ellos dejaron esas conexiones para que les encontrásemos si queríamos, o para atraparnos si nos necesitaban.
SubProfundia son ciudades, inmensas, terribles, oscuras, babeantes, donde habitan criaturas de antes del tiempo, y las criaturas que nacen tras la muerte, y cosas que nuestra lengua no puede describir.
SubProfundia son los pasadizos que unen esas ciudades entre sí, y con nosotros, y con lo que espera más abajo, donde moran los Señores.
Debes entender que no estoy hablando de una raza, de una sola ciudad o de una sola facción, estoy hablando de cientos de ellas. Cada ciudad de leyenda tiene el origen de sus mitos en una ciudad de SubProfundia. Cada terror que haya arrebatado el sueño a niños y adultos procede de allí. Cada traza de oscuridad y maravilla procede de ellas. Y debes entender su tamaño. Nosotros vivimos en ciudades que se elevan sólo unos metros sobre el suelo, pero en SubProfundia no hay límites de escala, pueden elevarse varios kilómetros y sumergirse otros tantos en la Oscuridad, como Estigia, pueden ocupar un océano oscuro y sin luz más grande que el más grande de los nuestros, con amos profundos que adoran devoradores de dioses en la ciudad de R´lyeh, o pueden existir, como Carcosa, en ningún lugar y en todos. Pueden moverse por las placas como Elelín o conectar con cada necrópolis, como Midiam, o yacer bajo el océano como Lemuria y Atlantis, allí donde se originan los temblores y donde mueren las pesadillas.
La incomensaurable grandeza de SubProfundia no está en su tamaño, ni en la variedad de horrores que alberga, sino en su esencia, pues es sólo la puerta a algo mucho más terrible y oscuro, y toda esa Oscuridad y Locura no son sino el acceso a algo que no me atrevo ni a imaginar.
No sé que es eso que se supone que SubProfundia guarda con sus rituales, pactos y sacrificios, sus guerras y su equilibrio, pero sé que nos sacrificarían a todos nosotros si eso sirviese a sus planes. Mejor no saberlo.
SubProfundia es un lugar complejo, eternamente vivo y muerto a la vez, donde la razón no tiene más cabida que la locura. Allí, entre sus rezumantes paredes húmedas, sus grises mausoleos, sus muros de almas, sus calles vivientes y retorcidas, un sistema fractal de devociones retorcidas, de lealtades contrarias, de crímenes y salvación, de purificación oscura y condenación radiante. Enormes cónclaves llamados Vasallazgos aúnan criaturas, organizaciones e individuos con lealtades paralelas a lo largo, ancho y alto de SubProfundia.
Esos Vasallazgos son dirigidos con consejos, gremios, individuos, dioses o muertos, o todo a la vez, y recorren la Oscuridad siguiendo los designios secretos de sus órdenes, en ocasiones colaborando entre sí, en otras, enfrentados. Algunos desean desencadenar el fin de todo, otros, elevarnos, unos cuantos despertar a cosas que llevan dormidas no el tiempo suficiente.
Esa eterna lucha y competencia, que lleva desarrollándose desde antes de que la vida naciese en la Tierra, seguirá por toda la eternidad a menos que alguno de los Vasallazgos logre su objetivo. Por ello están tan empeñados en conseguirlo. Todo para el ganador, que diríamos los hombres.
Nosotros, los monos sin pelo, no somos sino meros aspirantes a peones, ni siquiera aparecemos en el tablero, pero en ocasiones pueden darnos uso, por eso me llevaron a mí a SubProfundia. No es que me secuestrasen ni nada parecido, ellos tienen formas de conseguir que hagas su voluntad. Un sueño recurrente, una inspiración oscura, un brote obsesivo de locura que te lleva a querer saber más sobre la oscuridad bajo el mundo…y ya eres suyo.
Cuando entras ahí, y descubres lo que acecha bajo la superficie de la tierra, y de los mares, ya nunca podrás escapar. Eres parte de sus planes para siempre.
Así que te toca decidir, o sigues con tu maravillosa vida bajo el Sol y las estrellas, comiendo, respirando e ignorando, o vienes conmigo a descubrir las terribles maravillas de SubProfundia, donde nadarás al lado de profundos, despertarás a espectros que llevan durmiendo desde antes de que tus antepasados bajasen de los árboles, tu mente será violada por criaturas que te harán sentir tus mayores pasiones y te extraerán tus terrores más profundamente enterrados, verás dioses muertos y criaturas que aún no han nacido.
Sí, te mentía cuando te dije que deberías elegir. Realmente cuando conoces la verdad ya nunca tienes elección.