El Peto de discordancia es un poderoso artefacto mágico para juegos de fantasía.

De aspecto extremadamente lujoso, su estructura de cobre reluce con las docenas de gemas engarzadas en él. Destaca un gran ópalo negro central del tamaño de un corazón en cuyo interior parecen refulgir las estrellas del firmamento.

Entre sus poderes podemos destacar que si uno de los aventureros lo lleva puesto, sólo o encima de otra armadura, pues el artefacto se adapta a la ropa y armadura de su portador, le otorgará un +5 a su Categoría de Armadura, con el fantástico añadido de que también otorga un +2 a todos los miembros de su grupo de aventureros (+3 si no llevan ninguna armadura).

Adicionalmente, el peto puede proporcionar un conjuro de Respirar bajo el agua una vez por semana (a un máximo de diez personas).

Por supuesto. estas estadísticas son diferentes en cada juego en el que se use, incluso entre las diferentes versiones de D&D.

Esto le convierte en un poderoso artefacto al que muchos grupos de aventureros han perseguido y por el que han matado…o muerto.

Sin embargo, tal poder tiene un precio, y es que el uso del Peto de discordancia tiene un precio para los grupos de aventureros que lo portan. El peto se apodera de la mente de uno de los PJs durante toda la aventura, y éste se comportará secretamente de forma egoísta anteponiendo su bienestar y riqueza ante cualquier cosa.

El Dungeon Master debe lanzar un dado eligiendo secretamente el jugador que será poseído en esa aventura, y explicarle que siempre que no revele claramente su naturaleza debe comportarse siguiendo su propio beneficio. Al finalizar la aventura, el DM volverá a tirar el dado y el azar elegirá quién es el jugador que asumirá este papel en la nueva aventura (`por supuesto, puede volver a ser el de antes, pero si no lo es, el personaje maldito regresará a su ser sin comprender el motivo de su comportamiento, y asumiendo las consecuencias de lo que haya hecho).

Muchos grupos de aventureros se han visto divididos y destruidos por las maquinaciones del peto. Y su maldición continúa propagándose de grupo en grupo, de aventura en aventura.